“Sos un boludo, andá a Chubut y arreglá este quilombo. Por el reclamo de seis tipos millones de argentinos no se pueden quedar sin el único medio de transporte que tienen para poder ir al trabajo”, le reprochaba De Vido al gobernador chubutense Martín Buzzi que estaba delante suyo sin siquiera poder levantar la cabeza.

El enojo de De Vido no era para menos. Es que minutos antes de recibir a Buzzi que iba a “gestionar obras” había atendido un llamado urgente del ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, advirtiéndole sobre “el caos” que sobre todo en el conurbano bonaerense y la Capital Federal se podría vivir si los trenes no funcionaban “y encima por el reclamo de seis tipos allá en el sur”.

Cuentan que ese día Martín Buzzi no pronunció palabra alguna delante de Julio De Vido y se fue “sin gestionar ni una birome para Chubut”.

Los seis trabajadores de La Trochita al día de hoy dicen que todavía no salen de su asombro por “la celeridad” en la que les llegó la respuesta a un justo reclamo que desde hacía meses venían haciendo sin ser escuchados ni por Buzzi ni por ninguno de sus funcionarios, algo demasiado habitual a lo largo de su Gobierno: estar de espaldas a las necesidades de la clase trabajadora.