Perfiles Urbanos
Exclusivo de NOVA

Tomás Satler: una carrera dividida entre el fútbol profesional y la universidad

Tomás Satler juega como delantero en el Club Atlético Germinal y, además, estudia contabilidad.
Tomás, junto a su mamá.
“El mayor reto es sentarse a estudiar, estando cansado después de entrenar o mismo en los viajes, que suelen durar todo el fin de semana”, reflexiona.
Tomás, junto a su papá.
Tomás compartiendo un momento junto a sus sobrinas.

Tomás Satler es un muchacho de 22 años que la está rompiendo como delantero en el Club Atlético Germinal de Rawson y, cuando está fuera de la cancha, mantiene el mismo nivel en sus estudios universitarios, dejando claro que el presente que vive en el campo deportivo no tiene por qué obnubilar el futuro académico al que aspira.

Desde NOVA quisimos acercarnos a esta historia definida por la pasión, el esfuerzo y una voluntad única.

Los inicios de Tomás en el deporte se remontan a su infancia, cuando dió sus primeros pasos a los 7 años en Racing de Trelew, lugar en donde estuvo varios años, hasta que “a los 16 me fui a jugar a San Lorenzo de Almagro, estuve cuatro años ahí hasta el año pasado, que recalé en Germinal”, comenta dándole inicio a la entrevista exclusiva.

Es inevitable cuestionarlo desde la propia dualidad de su desarrollo personal, el delantero está formándose para, el día de mañana, poder ser contador: “Al principio me incliné un poco por la Administración de Empresas, también por la Abogacía, pero me terminé decidiendo por esto” aclara Tomás y agrega que lo que lo motiva es “el hecho de tener una vocación el día que me reciba, que pueda ser independiente, como lo es el contador”.

“Muchas veces es difícil” explica el jugador a NOVA, al preguntarle cómo logra equilibrar el tiempo entre un deporte tan demandante y una carrera con tanto contenido, y agrega que es “sobre todo por el hecho de estudiar a distancia y tomar la decisión de ponerme a estudiar estando solo”.

Pero la convicción es lo que guía a los valientes y Tomás Satler no es la excepción: “En general, en mi vida soy bastante rutinario y gracias a eso logro encajar todas estas cosas”, y explica que su fórmula de organización tiene relación directa con que “al comienzo de la semana nos pasan la planificación semanal (de fútbol) y en base a eso me dispongo los horarios de estudio y de otras actividades”.

A pesar de notarse en su discurso una clara voluntad de lograr todo lo que se proponga, Tomás no deja de ser un chico más, como todos; la percepción correcta de sus propias prioridades es más que evidente a la hora de explicar los “cómo”, los “cuándo” y los “por qué”.

Ante todo, el chubutense no se considera en absoluto un superhumano: “Cómo te decía antes” nos reitera centrado en el argumento entre sus manos, aquel de que “el mayor reto es sentarse a estudiar, estando cansado después de entrenar o mismo en los viajes, que suelen durar todo el fin de semana. Estudiar en los colectivos, en las habitaciones de hotel, etcétera” dice y nos da la sensación de que reconoce en él mismo el importantísimo esfuerzo que realiza (aunque quizás no utilizando esas exactas palabras).

De la vida y del mundo se puede aprender en cualquier terreno que uno decida recorrer, Tomás tiene la chance de aprender de la vida dentro de una cancha, recorriendo nuevas rutas con su equipo, y también entre apuntes, cursadas y finales.

Miles de entrevistas existen ya preguntando a deportistas de diversas disciplinas cuáles son las enseñanzas que dicha práctica les han dejado, por eso, desde NOVA queríamos saber lo opuesto, ¿puede la universidad dejar una enseñanza que sea útil en la cancha o en los vestuarios?: “Hay algunas cosas, sí. Por ejemplo en el dialecto, el leer y ese tipo de cosas, en una entrevista o una nota, ayudan un montón” comenta en referencia a la leyenda del discurso errático del futbolista.

Y agrega: “También tuve Inglés, que fue bastante útil cuando tuvimos un compañero japonés, que solo podía comunicarse por esa lengua”, y como si no quisiera pecar de irrespetuoso con el resto de posibilidades (imposible, hemos definido a estas alturas de la charla) no olvida decir que “además de eso, algunas materias siempre dejan algo”.

Cuando no está en la cancha, rindiendo exámenes o estudiando entre viajes, Tomás dice (aclarando previamente un “además de lo que nombras”, en referencia al estudio y al fútbol dentro de sus intereses y pasatiempos), que le gusta mucho cocinar, “generalmente con mis amigos o familia ahora que estoy en mi ciudad” y suma que “a veces, muy a veces, leo libros que me gustan, me cuesta pero lo hago, también voy mucho al gimnasio”, cierra.

La sociedad, desde una posición ajena al estilo de vida que representa el deporte profesional, ha decidido oportuno reducir a aquellos que practican dichas disciplinas a sólo desarrollarse en las mismas, considerando (equivocadamente) que no pueden, por decisión o por definición, profesionalizarse en otras ramas y que, en caso de hacerlo, se trata de una persona con mucho tiempo o mucho poder adquisitivo.

El mito del deportista “bruto” ha calado tan profundo en nuestro tejido social que, muchas veces, si no es la propia sociedad la que empuja a los deportistas al mito, es el propio mito el que absorbe al deportista.

Tomás nos permite mostrarle a la sociedad la otra cara del deporte, de los clubes y de la comunidad que hay dentro de esos predios, del corazón que los chicos ponen para cumplir sus sueños, y del hecho irrefutable que cualquiera que haya caminado un espacio deportivo conoce a la perfección: que los adultos que allí trabajan para formar a las promesas del futuro se desviven, no sólo por cuidarlos y sacar los mejores resultados de ellos, sino que por ayudarlos a crear un futuro que no se termine cuando el cuerpo ya no rinda lo mismo que a los 20 años.

El propio estudiante y deportista nos resume los párrafos anteriores y admite que él, sin duda, le recomendaría a otros estudiar también una carrera universitaria: “Yo creo que he tomado la decisión de estudiar, por técnicos y gente que me he cruzado en el fútbol, que ya ha vivido una carrera y generalmente te aconsejan instruirte en algo por el simple hecho de que la carrera del jugador de fútbol dura 10 años en promedio, y la vida sigue”.

Satler trabaja en su presente y apuesta a su futuro aunque, al preguntarle por lo que sigue, admite tener muchos sueños, incluso “algunos concretos que prefiero guardármelos”, dice intentando no ‘quemarlos’, y desde NOVA sabemos respetar eso, pero para no dejarnos con las ganas de saber un poco más agrega: “Pero, en paños generales, (sueño) tener una carrera futbolística correcta y también, cómo no, tener un título profesional y el día de mañana, una empresa”

En la conversación que tuvimos el gusto de mantener con Tomás Satler, y conociendo el perfil que muchos jóvenes con futuro en el fútbol pueden tener, nos sorprendimos al encontrarnos con un muchacho dedicado, respetuoso, formado, con sus objetivos claros y una predisposición asombrosa a entender el mundo en que vive y ayudarnos al resto a entender sus motivaciones. Hablar de talento deportivo queda corto a la hora de definir a alguien como él, no creemos tener la potestad ni la cantidad de caracteres suficientes para realizar un perfil completo de su persona, pero si algo es seguro, es que su futuro es brillante, que no hará falta ponerle expectativas, porque las pone él mismo y las cumple con creces.

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